Había dos elementos que los arquitectos encontraban esencial mantener de la escuela que se derribaba: el amplio espacio exterior y la sombra de los árboles.
Los pilares de la estructura son muy esbeltos y se colocan en el perímetro de modo alterno (12 en el perímetro interior y 16 en el exterior), solución que hace que pasen prácticamente desapercibidos.
El cerramiento de la escuela a base de correderas acristaladas permite que durante la mayor parte del año se transforme en un espacio abierto en continuidad con el patio exterior.