© César San Millán
Es éste un proyecto que podría calificarse de naturalmente innovador; en él, y como es habitual en las obras de Francisco Mangado, coexiste el diálogo con el entorno –en este caso la naturaleza y una arquitectura preexistente desperdigada– con un afán por experimentar y utilizar nuevas tecnologías y materiales.
Los pabellones se ofrecen al espectador con la apariencia de construcciones ligeras, desmontables, casi efímeras, acentuando así, por contraste, el carácter mineral de la plataforma.