Tras un desarrollo inicial del hormigón armado ligado a su realización en obra se abrió la posibilidad del transporte de piezas de pequeña o gran dimensión elaboradas previamente.
Entender que el hormigón podía ser transportado una vez fraguado permitía toda una suerte de posibilidades y al mismo tiempo una forma nueva de entender el hormigón.
Las condiciones climatológicas ya no condicionaban su puesta en obra; la humedad y la temperatura únicamente afectaban al proceso de ejecución y al desarrollarse éste en lugares protegidos podían controlarse perfectamente; los moldes se podían colocar en la posición más cómoda para el vertido y aprovecharse más; el vibrado y desencofrado se podía controlar mejor y de la misma forma las características de la materia prima, el hormigón, pudiendo realizar nuevas formas de curado. La indiscutible mejora en la calidad tiene en su contra los problemas que pueda originar su transporte (dimensión y sistema para agarre de la pieza).
La prefabricación no sólo mejoró las condiciones de su producción con la consiguiente disminución de los plazos de ejecución, el abaratamiento del proceso y los riesgos de deterioro; si no que también permitió incorporar las nueva técnicas de pretensado y postensado. La prefabricación permite la consecución de grandes luces con gran fiabilidad y las técnicas de postensado y pretensado aumentan estas posibilidades. Estas dos técnicas han abierto todo un mundo nuevo con unas expectativas enormes; iniciadas en el mundo de la obra de ingeniería pasan pronto a la arquitectura y aportan soluciones tan novedosas como las piezas lineales de hormigón prefabricado que se intersecan y postensan en obra de los laboratorios Richard que realizara Louis Kahn en colaboración con Komendant.
La diferencia entre el hormigón armado y el uso de prefabricados de hormigón está en que en el primer caso se realiza la puesta en obra de un material amorfo y en el segundo la de uno conformado, uno presenta las ventajas del monolitismo mientras que el otro permite la manipulación, uno acepta la indeterminación mientras que el otro exige la precisión.
La construcción con el material ya “curado” hace pensar en su unión solidaria con el resto de la construcción, las distintas posibilidades de uso de técnicas de fijación o la de adición de hormigón definen dos grandes grupos que vendrán matizados ya que no son excluyentes. Esta unión es el caballo de batalla de la investigación dentro del sector y será la que permita nuevas soluciones en un futuro nada lejano.
La prefabricación consiguió su rentabilidad y su desarrollo al hilo de las grandes obras, su repetición masiva le permitió constituirse en la solución más ventajosa, pero esta repetición también provocó un olvido del que en este momento parece recuperarse.
Hoy en día la oferta de prefabricados de hormigón vuelve a crecer de forma optimista y es tal su variedad que permite realizar, casi en su totalidad, un edificio, sin caer necesariamente en un arquitectura de catálogo, como lo demuestran los proyectos que se incluyen en este número.