© Jordi Bernadó
Las fachadas sur, este y oeste se cierran con una doble piel de policarbonato con sensores de temperatura exterior, de radiación lumínica y de temperatura interior, que envían datos al programa informático modificando la posición de las lamas de manera independiente en cada fachada.
Toni Gironés, arquitecto interesado por una construcción que experimenta con recursos tecnológicos sencillos, desarrolla junto a Alfredo Vidal una nave industrial que se aísla y protege del entorno exterior mediante una doble piel traslúcida de policarbonato que, dotada de un sistema de lamas automatizadas, regula climáticamente el espacio interior en función de las condiciones de iluminación y temperatura.