La historia de las culturas nómadas va estrechamente ligada al uso de materiales ligeros como envolvente de sus cobijos: yurtas, tipis, jaimas, toldos de caravanas zíngaras, etc.; materiales que evolucionaron desde el uso de pieles al de textiles. Con ese mismo espíritu pero con ambiciones espaciales mayores surgieron las carpas de circo en el siglo XIX, que a diferencia de las tiendas de los pueblos nómadas, presentaban una complejidad estructural mayor que permitía izar y tensar con rapidez y eficacia enormes envolventes de lona. Los circos apronto recurrieron al uso de tejidos con recubrimientos plásticos que impermeabilizaban la superficie. Estaban sentadas las bases de lo que hoy conocemos como arquitectura textil, cuya evolución en las últimas décadas ha sido exponencial al solucionar de manera eficaz la cobertura de grandes superficies y disponer de un creciente número de tejidos técnicos con prestaciones diversas para la ejecución de cerramientos ligeros.
La construcción textil asegura la mayor eficiencia estructural y consigue llegar a espesores mínimos inalcanzables con cualquier otro material, siempre que se acompañen sus diseños de las geometrías adecuadas para responder a los problemas característicos de este tipo de construcciones, derivados más de las estrategias para resistir los empujes y la succión del viento, que de las necesarias para transmitir dichos esfuerzos al terreno. La arquitectura de grandes lonas tensadas fijadas por mástiles, cables y anclajes, requiere soluciones constructivas más cercanas al mundo de la náutica que a las propias de la construcción tradicional.
Frente a las ventajas más que indiscutibles de ligereza y eficiencia estructural con respecto a otros materiales, los textiles presentan problemas difíciles de solucionar por la misma característica que los hace ligeros: el poco espesor de su superficie hace que sea un material de limitadas prestaciones térmicas y fácil de agredir, ambas exigencias importantes para lograr un espacio seguro y confortable. Pero la industria ha sido capaz de ir proporcionando soluciones eficaces mediante el desarrollo de materiales ligeros pero más resistentes, duraderos y aislantes, aportando envolventes multicapa que incluyen colchones térmicos de mantas aislantes o capas de aire confinado, como las soluciones de cojines neumáticos que tan ampliamente se han visto utilizadas en los juegos olímpicos de Pekín. Hoy disponemos también de membranas con buena resistencia al doblado que posibilitan la realización de grandes cubiertas plegables, así como de materiales textiles con tratamientos superficiales de baja emisividad que mejoran el rendimiento térmico de la cubierta, recubrimientos antiadherentes que facilitan el mantenimiento, y tratamientos fotocatalíticos que descomponen la suciedad y eliminan partículas tóxicas del aire. Finalmente, los materiales textiles hacen posible construir cerramientos exteriores de gran transparencia y con una ligereza muy superior a la alcanzada por los cerramientos de vidrio.
La arquitectura tensada, o textil, ha analizado la tradición al mismo tiempo que investigaba y avanzaba ofreciendo nuevas soluciones. El mejor ejemplo ha sido el Institute for Lightweight Structures de Stuttgart fundado por Frei Otto en 1964 que todavía hoy continua su labor como Institute for Lightweight Structures and Conceptual Design (ILEK).
La actual monografía de Tectónica plantea un recorrido por la arquitectura textil contemporánea que arranca con el artículo de Javier Tejera, arquitecto especializado en arquitectura tensada, que examina las prestaciones y posibilidades de diseño ofrecidas por los tejidos técnicos en la realización de envolventes arquitectónicas tensadas o neumáticas. La monografía se completa con el análisis constructivo de dos proyectos caracterizados por el empleo de soluciones textiles. La piscina flotante en el río Spree, en Berlín, proyectada por AMP, Susanne Lorenz y Wilk-Salinas Architekten y construida sobre una antigua barcaza, está provista de una cubierta textil desmontable, rigidizada mediante costillas elípticas de madera, que permite cubrir la piscina en invierno. El Campus BBVA en La Moraleja (Alcobendas, Madrid), obra de Luis Enguita, Paloma Lasso de la Vega y Enrique Azpilicueta, es un edificio de fachadas enteramente acristaladas protegidas del soleamiento mediante una envolvente de paneles textiles deslizantes.