© archivo R. de la Hoz
Unas soluciones técnicas absolutamente innovadoras en su momento, han permitido que el edificio de Rafael de la Hoz conserve hoy día toda su vitalidad. El novedoso uso del vidrio como instrumento de control climático y como verdadero elemento resistente, y un concepto estructural singular, se conjugan para mantener el elevado grado de abstracción del proyecto: un prisma ingrávido y evanescente, que va cambiando a lo largo del día.
Uno de los rasgos más significativos de la Torre Castelar es el halo de vidrio que la envuelve y que potencia la sensación de inmaterialidad que se desea transmitir, a la vez que permite un aprovechamiento máximo de la luz natural.