Esta vivienda unifamiliar frente al mar Cantábrico, del grupo de arquitectos Nolaster, se puede resumir como resultado de la investigación en dos frentes. Por un lado, el condicionante del lugar y la relación con el entorno, que se refleja en las decisiones de situación, volumen y materiales, y por otro, el complejo programa al que se debía responder. Así resulta una planta por adición de distintos espacios, definidos por la ocupación, el consumo energético y el mayor o menor grado de indeterminación de su uso.
La prolongación de los verdes prados cántabros a través de la cubierta ajardinada y la operación de semienterrar la casa para reducir su impacto visual y mantener la horizontalidad del paisaje, son decisiones que dan como resultado una respuesta respetuosa con el medio, que integra la arquitectura con el lugar.