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Un encuentro necesario

presentación
Entendemos desde Tectónica que hay una forma de mirar la arquitectura, y también de crearla, que viene del manejo y del entendimiento del material, del sistema, del proceso... A lo largo de los números que hemos realizado hasta ahora, hemos intentado explicar cómo el acero, el hormigón, la madera, el plástico..., pueden servir de argumento para generar el proyecto, y cómo es necesaria su comprensión. A través del hueco, de la cubierta..., hemos entendido que se establecen unas relaciones que vienen dadas por la forma en que esos materiales están actuando. Este número del encuentro con el terreno viene a definir, o cuando menos a reflexionar, cómo la relación de una construcción con el terreno en el que se apoya, se hunde, sobre el que flota... puede explicar algunos proyectos.
La transformación del terreno para poder construir constituye el primer acto al que se enfrenta una obra de arquitectura. Luego la cimentación se acomodará enterrándose; sobre ella, el cerramiento, que separa el interior y el exterior.
La relación con el terreno se puede contar a través de las dificultades que encierra el paso de ser fachada a tener que contener tierra, agua... De la misma forma que en el barco hay una zona en contacto con el agua en la que deben coexistir diferentes presiones y donde, sobre todo, se debe evitar la entrada del agua al interior de la nave, así ocurre con la construcción; la diferencia está en que en esta última la línea de flotación es estable, aunque en ambas la superficie de contacto evita mostrar una carga expresiva especial, a diferencia de lo que ocurre en otros puntos de encuentro, como, por ejemplo, en la unión de la cubierta con la fachada a través de la cornisa.
Sin embargo es un elemento que, además de necesitar una solución constructiva eficaz, puede venir cargado de intención, y convertir al edificio en amable, duro, distante, próximo, según se defina el encuentro del edificio con el suelo, con los usuarios, como muy bien entendieron los arquitectos florentinos, que recurrían a un poderoso basamento para separar las plantas nobles del terreno, y alejar y defender a los ocupantes del contacto con el vulgo.
La arquitectura contemporánea parecía querer obviar esta zona del edificio pensando, tal vez, que un elemento tradicional como era el zócalo, ya no era necesario por la calidad de los nuevos materiales que evitarían los problemas derivados de la humedad u otras agresiones físicas. No obstante, en estos momentos en los que se está cuestionando la arquitectura desde un punto de vista de ahorro energético, puede ser beneficioso analizar cómo se adaptaba la construcción a las condiciones y materiales del solar en las arquitecturas locales, y tener en cuenta propuestas actuales que revisan cómo resolver el encuentro con el terreno.