La junta seca se puede considerar como el procedimiento más elemental de unión en arquitectura, al tiempo que representa, paradójicamente, el grado más sofisticado alcanzado por los sistemas constructivos. Debido a la ausencia de ligantes que tapen las imperfecciones, ha requerido siempre una evolución técnica capaz de posibilitar la realización de una unión precisa. Usada excepcionalmente como mejora de sistemas tradicionales, tiene su verdadera importancia por el desarrollo de técnicas que le son propias.
La junta seca marca una unión exacta que permite entender el proceso constructivo: se puede diferenciar cada una de las piezas con las que se construye. Por otro lado, obliga a la perfección tanto del corte de aquellos materiales que extraemos de la naturaleza como de la fabricación de las piezas artificiales realizadas por la industria, para lo cual se necesita también una mayor elaboración y exactitud de lo proyectado. La facilidad en el montaje o desmontaje, la sustitución de lo deteriorado, el traslado de lo edificado y la construcción en condiciones climatológicas adversas para ejecutar sistemas de junta húmeda son algunas de sus ventajas.
Las respuestas que ha ocasionado esta forma de entender la construcción han sido siempre tremendamente ingeniosas: en unos casos, fruto de la escasez o de períodos de urgencia, y en otros, por un convencimiento teórico de que era el único sistema constructivo defendible. Este empeño ha estado vinculado a nombres tan destacados como Jean Prouvé, que veía totalmente necesaria una conexión de la construcción arquitectónica con los avances de la industria. Esta relación permitió, primero, pensar en la seriación y repetición, para llegar en nuestros días a considerar, además, la variación como una de las ventajas de las nuevas formas de producción.
La junta seca aparece en proyectos muy vinculados al proceso constructivo, ajenos a esfuerzos formales que pueden desarrollarse más fácilmente con otros modos de construir.
Conviene recordar que un punto de referencia clave para los apasionados de la construcción en junta seca ha sido la industria del transporte. La fabricación en serie de vehículos, primero; aviones, después, y, por último, la alta tecnología desarrollada en el campo de la investigación espacial han proporcionado en muchas ocasiones materiales y soluciones a la construcción en seco. Además, ejemplos como la realización del Airbus europeo –a base de fragmentos fabricados en distintos países–, o el montaje definitivo de un cohete para su lanzamiento de manera independiente de la capacidad tecnológica local son trasladables al campo de la edificación, en el que las facilidades de transporte –fundamentalmente de piezas prefabricadas– y la globalización cultural provocada por los medios hacen prever una rica y mestiza arquitectura internacional.