Estructura de bambú y fibras vegetales en Bafoussam (Camerún).
En luna llena, los indios mayas cortan el zapote, evitando así que los xilófagos ocupen sus poros, en estas fechas llenos de savia. Con esta madera construyen la estructura principal de sus viviendas.
Cada noche, observaba vigilante las inquietantes arañas que anidaban en el interior de la cabaña. Sin embargo, mi mirada se desviaba ocasionalmente hacia el techo de hoja de palma trenzado con pita, elaborado con una sorprendente habilidad que nuestras civilizaciones ya han perdido.
La estructura de zapote sustentaba un segundo entramado realizado con madera de menor densidad para, finalmente, soportar el techo de fibras vegetales, a prueba de trombas de agua.
Lateralmente, el refugio se cerraba con troncos de palma ensamblados con gran precisión. Al exterior, las empalizadas de palos cortados seguían floreciendo constantemente.
Durante un mes estuvimos conviviendo en armonía con la naturaleza, escuchando la proximidad del mar y de los animales nocturnos, sin dejar en ningún momento de sentirnos protegidos dentro de una cabaña realizada por un indio anónimo, con un equilibrio perfecto entre ligereza y robustez que sólo la arquitectura en seco puede proporcionar. Proyectar y construir son aquí la misma cosa.
Una arquitectura que nos acerca al objeto, a la máquina, y para cuya construcción se precisan razonables conocimientos de las técnicas y de los materiales a emplear.
Frente a la forzada fragmentación de ciertas arquitecturas actuales, el primitivismo destaca por su valoración de la totalidad, donde ni la belleza es un fin en sí mismo. El fin se acerca más a la idea de persistencia, de ocupar un lugar.
Las arcaicas construcciones realizadas en seco y cargadas de significado se relacionan intensamente con la geometría reduccionista.
Estos constructores son los pioneros de una forma de entender la arquitectura basada en una relación sostenible con la naturaleza, utilizando la precisión como principal argumento constructivo y recordándonos a nosotros –los arquitectos– que la alta tecnología ha convivido siempre con las diferentes culturas primitivas.
Roberto Ercilla
Yucatán, diciembre de 1988.